La imagen que mejor grafica los últimos meses de la vida de Kurt Cobain, un inquietante primer plano que lo muestra con la cabeza ligeramente inclinada hacia la derecha, como si alguien hubiera interrumpido súbitamente su melancolía, es una instantánea tomada en una sesión de fotos celebrada en el otoño de 1993, durante la última gira de la banda por los Estados Unidos. Y fue la primerísima foto, cuenta el fotógrafo Mark Seliger, de una seria experimental que tomó esa sesión, "fotos de los chicos con muy poca amplitud de campo, sacadas con una cámara de formato grande. Pero la primera foto, de prueba, era una instantánea de Kurt. Resultó ser la mejor de todas". Esa foto fue publicada por primera vez en el interior de la revista, en enero de 1994. Fue la foto qur abría mi reportaje a Cobain, realizado una madrugada del octubre anterior luego de un recital de Nirvana en Chicago. Nuestra charla, que resultó ser la última entrevista importante que dio, había comenzado de manera muy peculiar.
En esa época, Cobain, que tenía una relación difícil, y a veces combativa, con los medios, grababa sus entrevistas para asegurarse que no tergiversarían sus palabras. Cuando nos sentamos a charlar en su hotel, el encargado de prensa de Nirvana, Jim Merlis, puso una casetera al lado de la mía, y estaba a punto de encenderla cuando Cobain le dijo que se la llevara. "Está bien", dijo Cobain. "No va a ser necesaria". Durante la entrevista, se mostró relajado, agudo y franco, y habló sobre Nirvana, sobre la fama, y sobre sí mismo. "John Lennon fue mi beatle favorito sin dudarlo", contó Cobain, señalando entre risas: "Lennon estaba evidentemente perturbado. Así que yo me identificaba con él". El espíritu de la charla se transmitió a la sesión de fotos que hicieron con Seliger varios días después.
Dos años antes, Seliger había tomado la primera foto de tapa de Nirvana para Rolling Stone, en la que Cobain llevaba su tristemente célebre polera con la leyenda "Las revistas corporativas siguen siendo una mierda". Para la ocasión, Seliger se la jugó por algo diametralmente opuesto. Cuando llegaron Cobain, el bajista Krist Novoselic y el baterista David Grohl se encontraron con un perchero lleno de trajes a rayas comprados en Brooks Brothers. "Kurt no se puso los pantalones del traje", cuenta Seliger, "pero se puso todo lo demás: la corbata, la camisa y la chaqueta. Se prestó sin reservas". (El titular que, inevitablemente, acompañó la foto fue: "El éxito no es una mierda").
Seliger cree que la actitud de Nirvana hacia Rolling Stone cambió luego de que la revista publicara la foto de la polera. "Fueron agradables conmigo", dice sobre la sesión del 93. "Sentí que ellos respetaban el esfuerzo que había significado poner esa foto en la tapa ". Cobain en particular se mostró afable y abierto a escuchar sugerencias, dentro de ciertos límites. Cuando Seliger quiso hacer una toma con los tres disfrazados de porristas, Cobain insistió en que se incluyera al nuevo guitarrista Pat Smear, así como a la cellista que acompañaba a la banda durante la gira, Lori Goldston. (Sólo Cobain se puso el traje de porrista, el resto usó ropa negra.)
La hija de Cobain, Frances Bean, que por entonces tenía un año, también estuvo allí: "Kurt estuvo jugando con ella", dice Seliger, que pensó en preguntarle a Cobain si podía tomarles fotos a los dos. "Pero me di cuenta de que la idea no le hubiera caído bien. Así que me reprimí. Ahí fue que hicimos los retratos".
Seliger menciona al innovador fotógrafo Edward S. Curtis (1868 - 1952) como su principal inspiración para la foto de Cobain. "Quería ese aire austero de los extraordinarios retratos nativos de Curtis", dice. Pero Seliger también captó algo más inmediato en el rostro de Cobain: "esa profundidad, y el dolor en la mirada".
Pocos meses después, el 8 de abril de 1994, Cobain fue hallado muerto en Seattle. Se había suicidado con una escopeta. La instantánea de Seliger se convirtió en la imagen de tapa del número homenaje de Rolling Stone. "Acá bajó la guardia, y me permitió participar. En esa primera foto, tuve el control de todo". "Esto fue un regalo".